Columna Dr. Marcelo Mella: El Chile de Boric: dilema estratégico entre pacto y proyecto

El resultado de las elecciones presidenciales de este domingo 19 de diciembre en Chile ha demostrado que el impulso transformador representado por la candidatura progresista de Gabriel Boric ha superado la retórica restauradora del ultraderechista José Antonio Kast; desenlace relevante si se considera la volatilidad de los resultados electorales en los últimos años. Después del estallido social de octubre del 2019, el país había entrado aparentemente, desde el Acuerdo para una nueva Constitución (15 de noviembre de 2019), en una senda institucional transformadora ratificada con el aplastante triunfo de la opción apruebo en el plebiscito de entrada al proceso constituyente (25 de octubre de 2020) y, posteriormente, en la elección de convencionales constituyentes (15 y 16 de mayo de 2021) con una amplia mayoría de electos comprometidos con la superación de la Constitución heredada de la dictadura de Pinochet. 

Sin embargo, los resultados de la primera vuelta presidencial y de los comicios parlamentarios del 21 de noviembre lanzaron señales contradictorias para el avance del proceso transformador chileno. Por una parte, la victoria del ultraconservador Kast, que superó a los candidatos de los bloques de centro-derecha y centro izquierda; por otra, la tendencia a la fragmentación en distintas variantes del progresismo, que dio como escenario probable la repetición de la elección de 2017 que posibilitó el segundo Gobierno de Sebastián Piñera gracias la división disfuncional de la izquierda.   

Después de las elecciones del 21 de noviembre existían razones para justificar ciertas expectativas catastrofistas de parte de los sectores progresistas en Chile, toda vez que nunca una elección de balotaje había conseguido alterar la prelación observada en primera vuelta: quien ganaba entonces, ganaba el gobierno. Por otra parte, los resultados por comuna de la primera vuelta mostraron que la candidatura de Boric tenía menor efectividad en aquéllas con mayor porcentaje de pobres, lo que evidenciaba errores relevantes en el trabajo territorial de su comando.

Sin embargo, los resultados de la segunda vuelta han mostrado tres hechos políticos relevantes: primero, una votación robusta de Boric, que obtuvo finalmente el 55,9% de los sufragios frente al 44,1% de Kast, con un 99,99% de mesas escrutadas (11,8 puntos de diferencia entre ambos candidatos); asimismo, la participación aumentó desde los 7.114.800 electores de noviembre a los 8.364.534 electores en diciembre, pasando del 47,3% en primera vuelta al 55,6% de la segunda sobre un padrón de 15.030.974 personas; y tercero, ante la necesidad de la candidatura de Boric de generar mayor movilización electoral se ha impulsado la construcción de convergencias con el bloque de centro-izquierda (Nuevo Trato Social, NTS), tanto en la composición orgánica del comando como en la adaptación del programa.

Con relación a los resultados del candidato de Apruebo Dignidad, el Gráfico 1 muestra los obtenidos en primera y segunda vuelta por ambos contendientes. El cambio en el orden de los candidatos entre ambas convocatorias ofrece dos líneas interpretativas sobre el aumento o disminución de la eficacia electoral entre noviembre y diciembre. La primera remarca la menor efectividad de Kast en el balotaje por los rasgos idiosincráticos de su liderazgo ultraconservador que lo convirtió para amplios sectores de la opinión pública en una alternativa regresiva y con discutibles credenciales democráticas; incluso para los sectores liberales de derecha. La segunda se centra en los aciertos y errores estratégicos de las candidaturas en estas ultimas cuatro semanas. Entre los aciertos se encuentra el impulso a la convergencia de sectores diversos del progresismo mediante la actualización del programa, la incorporación de cuadros técnicos de centro-izquierda y de líderes del progresismo con prestigio en la sociedad civil. No cabe duda de que un error táctico crucial para el candidato del Frente Social Cristiano fue su misterioso viaje a Estados Unidos al comienzo de la segunda vuelta y su consecuencia evidente: ceder espacios en la agenda de los medios y en el trabajo territorial en favor del comando de Boric.

No obstante estos buenos resultados, los desafíos estratégicos para el nuevo Gobierno son relevantes, pues deberá expandir su coalición parlamentaria de manera que el Gobierno disponga de condiciones mínimas de eficacia legislativa y, al mismo tiempo, disponga de un escudo de protección que mantenga a flote la nueva Administración frente a eventuales ataques desde una oposición de derecha golpeada ideológica y estratégicamente. Según la correlación de fuerzas en el Congreso, el próximo Gobierno será minoritario. Ninguno desde 1989 tuvo un partido con menos poder parlamentario que el de Boric. Los resultados de las parlamentarias de noviembre determinaron un empate de fuerzas agregadas entre la derecha y la izquierda en términos agregados, además de una elevada fragmentación que multiplica los costes para construir acuerdos.

La derecha del bloque Chile Podemos Más obtuvo un 34,2% de los escaños y el Frente Social Cristiano, un 9,7%. Por tanto, ante esta hegemonía parlamentaria de los sectores liberales, y a pesar de la votación obtenida por Kast, es una incógnita quién será el jefe de la oposición de derecha en el Congreso. Por su parte, la izquierda aparece fragmentada en dos bloques: Nuevo Pacto Social (Centroizquierda, NTS) y Apruebo Dignidad (Frente Amplio y PC, AD), cada uno con idénticas cuotas de escaños, un 23,9%.

Una división de las fuerzas políticas que tiende al equilibrio podría significar, en el contexto de alta polarización que vive el sistema democrático chileno, un riesgo de parálisis gubernamental y una menor productividad legislativa. Sin embargo, si se observa la necesidad del futuro Gobierno de expandir su coalición para maximizar su eficacia legislativa y disminuir los riesgos frente a una oposición intransigente, el empate en el Congreso podría transformarse en una condición virtuosa por la necesidad del Ejecutivo de consolidar un bloque mayoritario (Grafico 2).

En este Gráfico se observan las cuotas de la coalición 1 (de gobierno), correspondiente a Apruebo Dignidad en la Cámara Baja, y la coalición 2, que incorpora al bloque más próximo en lo ideológico, en este caso Nuevo Trato Social (NTS) (ex Concertación). La ampliación del bloque político original de Boric hacia el espacio de NTS equivaldría al 47,8% de los escaños. Por tanto, aunque los resultados electorales fueron robustos el domingo pasado para el candidato de AD, no se puede aún hablar de una coalición ascendente que reemplace a los bloques políticos tradicionales de la transición. De este hecho se desprende la necesidad de Boric de mirar hacia el centro entre la primera y segunda vuelta ajustando su programa en una dirección socialdemócrata.
Después de la alegría por el triunfo, el presidente electo deberá gobernar las transformaciones que amplios sectores demandan con un programa que representa un ensamblaje particular. Nuevamente, el dilema estratégico entre pacto y proyecto que acompañó al Gobierno de Patricio Aylwin se revivirá bajo nuevas condiciones en la administración de Boric. Gobernar las transformaciones significará para él construir un nuevo equilibrio entre el pacto que garantice la capacidad de agencia del Gobierno y la necesidad de institucionalizar el impulso transformador qué determinará la legitimidad y eficacia de una potencial coalición emergente.

Fuente: Diario El País